En el corazón de la plaza de San
Marcos, donde confluyen fusionados el palacio ducal y la basílica que lleva el
mismo nombre, se encuentra una obra de arte que pasa desapercibida a la mayoría
de los miles de visitantes que atraviesan diariamente esta majestuosa plaza.
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Foto Adriana Beltrán 2013 |
Y no nos quedamos cortos cuando
decimos que pasa desapercibida. Junto a su lado pasan multitud de personas sin
prestarle atención, algo que me conmovió ya que conozco la historia de esta
obra. Algunos los veían, se sacaban fotos y acto seguido se marchaban sin ni
siquiera preguntarse el por qué de la escultura.
En fin, vamos al grano, esta
escultura tiene nada más y nada menos que 1620 años aproximadamente ya que data
de finales del siglo III d.C. Su básica
esquematización encierra dos historias, el apasionante momento que atravesó el Bajo
Imperio a la llegada de Diocleciano al poder y el saque brutal que sufrió la
ciudad de Constantinopla a manos de Occidente bien entrada la Edad Media.
Desde el punto de vista físico
el conjunto denominado los tetrarcas
es una composición realizada en pórfido rojo, un material muy duro, resistente
y cuyo único inconveniente es su maleabilidad a la hora de esculpir dando como
resultado figuras muy toscas y una sensación arcaizante. El conjunto está
compuesto por cuatro figuras masculinas, dos a cada lado formando un ángulo ya
que fue diseñado para decorar alguna esquina. Como mencionábamos antes data del
s. III d.C. y con mucha probabilidad, por el material y por la forma de
esculpir proceda de un taller en Oriente Próximo o Egipto.
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Detalle vestimenta militar del Bajo Imperio |
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Ejemplo de Pileus Pannonicus |
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Espada aquiliforme romana |
Se representa en ellas a cuatro
figuras determinantes en la historia del Bajo Imperio, los tetrarcas: Diocleciano
y Maximiano, coemperadores, junto a Galerio y Constancio Cloro césares respectivos de los
emperadores. Cada emperador es representado
con barba mientras que los césares no la poseen. El emperador abraza a su césar, símbolo de unidad y lealtad. A rasgos
generales cada figura posee las siguientes características: en la cabeza portan
el Pileus Pannonicus, que durante el
Bajo Imperio se utilizará como casco militar, estaba hecho de tela y más que un
papel defensivo o protector era más bien simbólico. Durante esta época los
ropajes militares, que pueden observar en las fotografías, son muy diferentes
que en la etapa del Alto Imperio. Portan su capa y su espada cuyo mango es
aquiliforme, como podemos observar el símbolo del águila sigue teniendo
connotación de poder en Roma y se trasladará en el tiempo hasta nuestros días.
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Detalle de la empuñadura de la espadaFoto Adriana Beltrán 2013 |
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Foto Adriana Beltrán 2013 |
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Detalle de el calzado y el pie. Foto Adriana Beltrán 2013 |
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Foto Adriana Beltrán 2013 |
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Foto Adriana Beltrán 2013 |
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Foto Adriana Beltrán 2013 |
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Foto Adriana Beltrán 2013 |
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Foto Adriana Beltrán 2013 |
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Foto Adriana Beltrán 2013 |
Las figuras que forman la composición
son un instrumento político que publicita un Imperio fuerte y unido contra
cualquier adversidad. Los tetrarcas
tienen los ojos expectantes, bien abiertos, la otra mano hace el gesto de
empuñar la espada y uno de los pies está en actitud de movimiento dando a
entender el gesto de superioridad que intentaban transmitir. Quizá este sea uno
de los tantos ejemplos que quizá se distribuyeron por el resto del territorio
romano.
Después de la muerte de
Alejandro Severo en 235 y hasta la ascensión al poder de Diocleciano en 284 el
Imperio vivió lo que conocemos en la historia como crisis del s. III o anarquía
militar. Una sucesión de casi una veintena de emperadores procedentes del
ejército desestabilizaron todo el territorio romano durante casi 50 años. Esto
se tradujo en una gravísima crisis económica, moral y social que dejó Roma
fragmentada y de cuyo esplendor vivido
apenas un siglo anterior, no quedaba ni rastro. Diocleciano viendo todo este
galimatías necesitaba asegurar la estabilidad del Imperio, ya que sólo bajo un
gobierno estable se le podía conceder una segunda oportunidad al glorioso
Imperio que veía sus horas finales lentamente. Para ello nombro a Maximiano Augusto de Occidente quedando el Imperio
dividido en dos. Esta separación sufrió un cambio en el 293 cuando cada
emperador nombró sucesor suyo a un César, en este caso Galerio y Constancio
Cloro (padre de Constantino el Grande). De este modo, la entramada red
sucesoria aseguraría la estabilidad del Imperio durante mucho tiempo, o eso se
pretendía teóricamente ya que después de la primera tetrarquía, todo se vino
abajo hasta el ascenso total de Constantino en la tercera década del s. IV.
La figura permaneció en la
ciudad de Constantinopla hasta principios del siglo XIII, momento en que las
tropas papales e imperiales entraban en Constantinopla mediante el engaño que
supuso la IV cruzada y que acabó en la fragmentación del Imperio Bizantino en
varios territorios pasando el resto a manos occidentales por poco menos de 50
años. El papel dominante desde el AD 1204 lo obtuvo la República mercantil de
Venecia quien junto a las otras potencias que asestaron el golpe al Imperio
Oriental saquearon la ciudad de Constantino el Grande llevándose innumerables
tesoros, entre ellos los famosos caballos de San Marcos y esta escultura.
Durante su expolio y por razones que se desconocen uno de los pies se fracturó
y se perdió para siempre siendo este sustituido por una réplica de distinto
material que podemos observar en las fotografías.
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Reconstrucción del pie desaparecido. Foto Adriana Beltrán 2013 |
Los entresijos de la historia posibilitaron
que durante la segunda mitad del s XX se descubriera en Estambul, casi
milagrosamente, el pie que le faltaba a los tetrarcas, lo que desato la euforia
entre los eruditos de ambas ciudades, Venecia y Estambul. Venecia reclamó que
el pie fuera llevado allí para completar la figura original a lo que Estambul
respondió con una tajante negativa argumentando que los venecianos expoliaron a
los tetrarcas y que por tanto el pie se quedaría en Turquía. Actualmente para
visitar la imagen del pie debemos acudir al museo arqueológico de Estambul en
Turquía.
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Pie que forma parte del conjunto escultórico. Museo Arqueológico de Estambul. Fuente foto Wikipedia |
A modo de crítica nos gustaría
apuntar, que aunque no exista deterioro aparente de esta bella imagen de la
antigüedad, pensamos que el lugar indicado para su colocación es dentro de un
museo detrás de una vitrina o un cordón de terciopelo al igual que hicieron con
los famosos caballos en los años 70 del siglo pasado. Se podría poner en el
mismo museo siendo sustituidos por una réplica. Si alguna vez alguna autoridad
veneciana leyera por casualidad este artículo le diría que nos parece algo
vergonzoso, primero que semejante joya esté expuesta sin mayor motivo, es
decir, sin ninguna explicación o anotación de lo que significan y en segundo
lugar que no están en la ubicación adecuada para semejante patrimonio.
El caso es que aún poniendo una
réplica, los solitarios tetrarcas seguirán viendo en el anonimato miles de
caras durante quién sabe cuántos siglos siendo portadores de los secretos que
sólo sus abruptos ojos han podido contemplar.
Adrián Martel Martel. Agosto 2013.
5 comentarios:
Que gran artículo! Tu serías un excelente profesor de historia! Cuanto se aprende en tu blog. Un abrazo!!
Muchas gracias Óscar. Es una historia que quería contar desde hace mucho tiempo pero no había tenido lugar. Contigo aprendo yo más sobre el cine! Eres muy grande.
Totalmente de acuerdo con lo que dice Óscar. ¡Hasta le he cogido cariño a los Tetrarcas! jaja. Ahora sólo te queda escribir sobre la Dama de Auxerre :)
:3
¡Hola Adrián! Estoy por regresar a Venecia de visita, cincuenta años después.
Cuando la conocí, yo era una estudiante de Artes Visuales de veinte años y una delas cosas que más me impresionaron en la Plaza, fue esa maravillosa escultura de los Tetrarcas.
Esta noche, buscando imágenes de lo que quiero volver a ver, topé con tu artículo y me enteré de más datos sobre ella. Ignoraba que el pié está en Estambul... Tal vez deberían estar todos juntos allí...
Tu artículo es muy interesante. Te lo agradezco mucho. Es reconfortante saber que somos muchos los interesados por las cosas bellas.¡Gracias!
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