Desde hace tiempo deseaba dedicar un rincón para
compartir una figura fascinante que nos transporta en el tiempo algo más de
2700 años y que es reflejo de una sociedad en un momento determinante, la
transición entre la Prehistoria y la Historia europea. En mi reciente viaje a
Italia vi este maravilloso objeto en persona. Hoy me animo a hablar de la Cultura
Villanoviana y esta urna cineraria que encierra multitud de secretos y
misterios apasionantes. Comenzaré con una minuciosa descripción de este objeto
y hablaré un poco sobre esta cultura de la
Edad de Hierro.
Apoyada sobre una base martilleada se levanta en vertical un muro y
a continuación un techo, con una ligera caída hacia todos los lados. La forma
de la estructura o planta es de forma
ovalada y en toda ella se alberga un labrado del material importante.
Comenzando por la base observamos dos vigas o columnas verticales que se
levantan hasta el techo, también se observan los restos de las que en su
momento hubieron, detectándolas en sus basamentos circulares. Ya en el muro se
observa una decoración basada en el puntillado, que es una técnica de la
orfebrería mediante la cual, un cincel desde la cara no visible hace incisiones
obteniendo puntos con relieve. Observamos dos motivos, el primero en horizontal
y que atraviesa prácticamente la figura formando dos hileras de puntos.
Mientras ascendemos observamos que el punteado es más acusado y mucho más
pequeño formando figuras inconexas. Para dar por finalizado la descripción
observamos que los motivos decorativos se rompen en la parte izquierda con lo
que parece ser un acceso al interior del objeto cuya decoración consiste en dos
líneas diagonales que se entrecruzan.
Foto Adrián Martel |
Ya en la parte superior abunda la decoración en
comparación con el resto de la figura. Si la describimos desde el borde
exterior hasta el centro podremos observar en primer plano una decoración de
pequeños anillos que rodean la semicircunferencia colgando desde el exterior.
Esta tendencia tiende a romperse en la parte derecha donde han desaparecido
cierto número de anillos. Si avanzamos
hacia el interior observamos la misma técnica
de puntillado formando figuras en forma de media luna y más hacia el
centro tres hileras de puntos rodearán el resto del conjunto, atravesando estas
también cerca del centro la figura desde su frente hacia su parte trasera. Es
necesario advertir unas formas que atraviesan esta especie de techo y que son
unas barras metálicas que dan la sensación de caída a dos aguas y ocupan la
mayor parte de la techumbre. Adquieren formas interesantes conforme se
entrecruzan en el centro dando un aspecto meandriforme o incluso recuerda a
algún zoomorfo como puede ser un ave anseriforme como por ejemplo un cisne o un
pato.
El objeto que acabamos de definir a grandes rasgos es una urna cineraria
de carácter fúnebre y propia de una cultura y una cronología determinadas. Se
trata de la cultura Villanoviana que tiene su precedente en la cultura de
Terramaras y que supone una evolución en el labrado del metal sin perder los
lazos de unión con la anterior cultura del Bronce Mediterráneo. Se extiende
principalmente por la zona norte de Italia, en lo que hoy se conoce como la
Toscana. En este caso concreto la imagen tiene nombre y apellidos, se trata de
una urna “oikomorfa”, es decir, en forma de
choza que son un ejemplo espléndido de los modos de hábitats de esta periodo
cronocultural. Estas casas, eran cabañas que se construían dentro de una
pequeña excavación en la tierra formando una estructura interior de ramas sobre
una planta oval con un tejado a dos aguas, con muros de barro y un techo cubierto de paja y un
acceso que se encontraba en la parte delantera.
Vista de la urna desde la derecha. Foto Adriana Beltrán. |
Para poder llegar a comprender esta cultura
singular habría que hacer mención a una cultura conocida como de los Campos
de Urnas. Se dio principalmente en Europa central y oriental durante el
Bronce final. De ella cabe destacar sus
formas de enterramiento que se trataba de incineraciones en urnas
agrupadas en grandes necrópolis. Estas urnas eran fabricadas en cerámicas
globulares o con formas bicónicas y dentro de ellas se depositaban las cenizas
que previamente se obtenían al incinerar el cuerpo sobre una pira que ardía
sobre una plataforma de piedra junto con su ajuar.
Surge así, y quizá por el movimiento de estos
pueblos del Bronce o por el contacto o el comercio en la península Itálica la Cultura
Villanoviana. Es la más importante de la primera Edad de Hierro y su nombre
es epónimo del yacimiento de Vilanova de Castesano extendiendose por toda la
Toscana. La herencia de la anterior cultura reside en las deposiciones de
cenizas en urnas de forma bicónica, aunque lo que le da una cierta identidad a
esta cultura son sus urnas oikomorfas.
Áreas de poblamiento de esta cultura en la Península Itálica |
La cultura Villanoviana tiene una cronología
comprendida entre el 900-700 a.C. Concretamente esta urna oikomorfa (MUSEO DE VILLA
GIULIA. Habitación 2. Número 84900) data del siglo VIII a.C. A diferencia de otras urnas también
se realizaba con soportes metálicos y no exclusivamente en recipientes
cerámicos. Si algo caracterizan estas urnas, y ya hemos hecho mención es porque
son imprescindibles para saber cómo eran las edificaciones de vivienda de esta
cultura del Hierro reciente. Los poblamientos respondían a un patrón
fragmentario con núcleos poblacionales muy dispersos entres sí que formaban
aldea. El ajuar dependía de cada enterramiento, es decir dependiendo si el
difunto era de un sexo o de otro y según su edad. A los hombres le
correspondían las armas mientras que a las mujeres se les asocia con objetos de
adorno y vestidos.
Reconstrucción ideal del tipo de vivienda villanoviano. |
En cuanto a la cultura material se han hallado
cerámicas con variedad de formas como copas de pie alto o vasos dobles que
demuestra un contacto comercial con los griegos. Los etruscos serán la
civilización que ocupe su lugar ya a partir del siglo VII a.C
Adrián Martel Martel. Septiembre de 2013.