miércoles, 21 de agosto de 2013

Los santos estilistas: Simeón el Estilista.

Durante los primeros siglos de vida del cristianismo, fueron muchos los que por causa de sus creencias fueron asesinados convirtiéndose así en mártires. El sacrificio a Cristo fue sustituido pronto por una versión menos cruenta, pero según se mire más dolorosa y exigente.

Fue así como surgió el monacato, una forma de sacrificio a Jesucristo  mediante su imitación mediante una vida apartada del mundo en actitud orante. El “monje” de estos primeros siglos se apartaba de la vida mundana para refugiarse en los desiertos y las cuevas. Este fenómeno se vivió con especial intensidad en la mitad oriental del Imperio.

En Egipto conocemos la figura del anacoreta, cuyo principal exponente es la figura de San Antonio (281-356). Su vida consistía en la intensa oración en lugares apartados sin interactuar con ningún tipo de persona o comunidad. Normalmente solían ser personas de bajo estrato social, muy populares por su vida de entrega y santidad.


En lo más recóndito de esta apasionante historia de la religión cristiana en sus albores, encontramos en ciertas ocasiones curiosidades que incluso a los ojos modernos resultan apasionantes. La figura del “estilista” está entre estas excepciones que hacen de la historia una ciencia apasionante.

Esta variedad monacal se dio principalmente en el sur de la actual Turquía, en la región de Cilicia. La palabra estilista proviene del griego, stylo y significa literalmente columna. La particularidad que  identifica este alejamiento de la sociedad era que el individuo en cuestión se pasaba el resto de su vida encima de una columna como gesto de entrega a su fe. El nombre propio, protagonista de esta historia es la figura de San Simón o Simeón el Estilista.

Se documenta su ferviente fe a la edad de 13 años inspirado a las lecturas de las Bienaventuranzas y Las Sagradas Escrituras. Su extremismo fue tanto que se pasaba temporadas enteras sin comer ni beber nada, debilitando seriamente su salud. Tal es así que fue expulsado de un monasterio por su extremismo. El invento del Cilicio (que hoy en día se ha popularizado ya que sigue siendo utililizado) se le atribuye a él, aunque no está demostrado este hecho. Un indicativo importante es que se haya inventado y desarrollado en esta zona geográfica ya que su nombre (silicio) proviene de esta región (Silicia).

Su constante y severo sacrificio hizo que su fama se extendieran por todos los rincones de la zona e incluso más allá. Todo esto para desgracia suya, ya que gustaba estar alejado del mundanal ruido. Todo esto hizo que tomara una decisión trascendental, la cual le daría un nombre en la historia. Poco a poco la realidad y el mito se fueron fundiendo hasta formar la actual imagen que nos ha llegado hasta nosotros. Se dice que en más de 37 años que se pasó encima de una columna, esta fue hecha más alta por sus adeptos ya que la muchedumbre evitaba su contacto con el silencio y la tranquilidad.
Supuesto resto de la columna de San Simón el Estilista (Siria).
Simeón el Estilista vivió entre finales del siglo IV d.C. (c.390) y hasta el año 459. Es venerado por la mayoría de las ramas del cristianismo incluyéndose la Iglesia Católica que le rinde culto el 5 de enero.  También es llamado Simeón el Estilista el Viejo para diferenciarlo de Simón el Estilista el Joven (521-527) y Simón el Estilista III ( s. VII d.C. ) que seguirían su ejemplo de sacrificio extremo.

Esta historia fue lleva al cine de una manera especial por el director Luis Buñuel en 1965 bajo el título de Simón del Desierto. La vida de Simeón el Estilista es tratada por el director aragonés de una manera tétrica e incluso algo surrealista.

Cartel del film "Simón del Desierto" México. 1965

Escena del mediometraje de Luis Buñuel.



Adrián Martel Martel. Agosto 2013.

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