viernes, 19 de octubre de 2007

El misterio de Compostela

PRISCILIANO DE ÁVILA

¿Que sabemos de este misterioso ser, y porque su nombre es misteriosamente asociado con Santiago de Compostela?

Yo siempre estaré de acuerdo en un aspecto con Sócrates, ese aspecto de esta grandísimo filosofo era su famosa frase “Solo sé que no sé nada”, en mis particulares averiguaciones nunca afirmaré ni desmentiré nada, puesto que me podría quemar, solo pondré las cartas del discernimiento sobre la mesa.

Empezaré hablando Sobre Santiago hijo de el pescador Zebedeo y de María salomé, mas conocido por todos como Santiago de Compostela. Os preguntareis que tiene que ver la historia de este apóstol con el desconocido Prisciliano.
Según la leyenda, tras el Pentecostés (hacia 33 dC), cuando los apóstoles son enviados a la predicación, Santiago habría cruzado el mar Me diterráneo y desembarcado para predicar el Evangelio en la Hispania (actuales España y Portugal). Según unos relatos, su prédica habría comenzado en la Gallaecia, a la que habría llegado tras pasar las Columnas de Hercules, bordeado la Baetica y la deshabitada costa de Portugal; otras tradiciones afirman su llegada a Tarraco y su viaje por el valle del Ebro, hasta entroncar con la vía romana que recorría las estribaciones de la Cordillera cantábrica y terminaba en la actual La Coruña. Esta tradición hace de Santiago el santo patrón protector de España.
La arqueología no aporta datos que corroboren completamente esta historia –como no atestiguan casi ninguna prédica, salvo la paulina–, ya que los primeros cristianos no llegaron a Galicia en el siglo I, sino a mediados del siglo III. Se conoce, sin embargo, que existían poblaciones cristianas importantes ya durante el siglo II en las ciudades de la Bética y la Tarraconense, aunque los restos no permiten distinguirlos claramente de las comunidades judías preexistentes, como en el resto del Imperio, hasta el siglo III. El desarrollo del cristianismo en la Península fue rápido e intenso, como lo indican otras tradiciones y, fundamentalmente, que fuera en Hispania donde se celebrara el primer concilio conocido tras el de Jerusalén (Concilio de Elvira , hacia 303), recién acabada la persecución de Dioclesiano. Fuera de los Evangelios, sólo aparece nombrado en los Hechos de los Apóstoles (Hc 12, 2), “Por aquel entonces, el rey Herodes hizo arrestar a algunos miembros de la Iglesia para maltratarlos. Mandó ejecutar a Santiago, hermano de Juan, y al ver que esto agradaba a los judíos, también hizo arrestar a Pedro. Eran los días de "los panes Ácimos"” cuando, tras una prédica, es martirizado en Jerusalén (es uno de los primeros mártires cristianos) hacia el año 44, degollado por orden de Herodes Agripa I, rey de Judea. Este relato parece contradecir la prédica de Santiago en Hispania, pero tampoco es real. Se sabe que casi todos los apóstoles abandonan Jerusalén y comienzan la predicación al poco de morir Jesús en la cruz, y también se sabe que volvían de vez en cuando a la ciudad (como en el caso del llamado Concilio de Jerusalen, relatado en los Hechos de los Apóstoles).

Sin afirmar ni desmentir nada, a priori parece ser que la afirmación de que Santiago el Zebedeo este enterrado en Compostela como se afirmó en su tiempo es una farsa.
Pero si no esta enterrado en Compostela, ¿porqué la gente peregrina masivamente a ese lugar de culto, sabiendo incluso la Iglesia la farsa que supone? La mayoría de la cúpula eclesiástica ya ha afirmado que es imposible que allí este la tumba del apóstol.
Hablemos un poco del misterioso prisciliano. Comenzaré con una breve biografía de este sujeto que intenta hacerse un hueco en los albores de la historia, discernamos haciendo un viaje en el tiempo, nos vamos a la vieja Galicia antigua y la nueva Galicia medieval, la región llamada por los romanos la Gallaecia, empezamos a viajemos en el tiempo.
Era una mañana gris del año de nuestro señor Jesucristo 340, unos años convulsos, comenzaba la decadencia del que en su día fue el mayor imperio del mundo, en unos pocos años, donde reinaba la apacible "pax romana" no tardaría en venirse abajo con las invasiones extranjeras del siglo próximo. El año 340 y los siguientes años el imperio romano ya cristianizado oficialmente desde hacia 27 años el cual gobernaba con mano firme el recto Teodosio, en ese año nacía Prisciliano discípulo del anacoreta egipcio Marcos de Menphis y episcopus de Gallaecia en una ilustre familia, era estudioso de la astrología, y las ciencias de lo oculto, pero gustos a parte un grandísimo orador. Prisciliano no seguía los dictámenes de la Iglesia por aquel entonces, el no predicaba la continencia, el ayuno o el apartamiento del mundo, el y sus seguidores, se escondían en lugares solitarios, en la aspereza de los montes o en la intimidad de sus hogares. Se reunían en parajes secretos, comulgaban de un modo especial, sin ser vistos por nadie, sus singularidades bastaban para causar viva zozobra a los otros cristianos, por lo que empezaron a propagarse rumores fantásticos.
Se les acusaba de Rogar a Dios desnudos. Esta voz de alarma la dio el entonces obispo de Córdoba, Higinio, la cual también impacto al prelado de Mérida, Idacio.
Otros obispos dieron más importancia al ascetismo de los priscilianistas, que a su herejía, y pronto el episcopado español se halló dividido en dos bandos. Un concilio celebrado en Caesaraugusta (Zaragoza), en el año 380 condenó a los priscilianistas, aunque algún obispo se mostró favorable a los disidentes, y estos continuaron su predicación, con la agravante de que prisciliano fue elegido obispo de Ávila.

En poco tiempo sus seguidores se contaban por miles (con numerosos sacerdotes y obispos entre ellos) y su hermosa herejía basada en la libertad, la igualdad y el respeto, así como en la conservación de los conocimientos y ritos antiguos se extendió por toda la península hispana e incluso allende de sus fronteras. El ingenuo Prisciliano, que acudió confiadamente a Roma para pedir comprensión al Papa Dámaso, fue torturado y condenado por los jueces eclesiásticos que él juzgaron en Tréveris, y finalmente, decapitado sin misericordia.
Sin embargo sus seguidores, lejos de dejarse atemorizar por las amenazas de la Santa Iglesia de Roma, recuperaron el cuerpo descabezado de prisciliano, devolviéndolo a Hispania y su herejía siguió propagándose por todas partes como un fuego griego.

Muy pronto, la tumba del mártir hereje, que había sido un hombre bueno, se convirtió en lugar de masivas peregrinaciones, y quizá aprovechando el transitorio olvido en el que había quedado el sepulcro de prisciliano por la confusión, la muerte y el terror que supuso para la península la invasión árabe del siglo octavo, transformó el sepulcro de Prisciliano en el sepulcro del apóstol Santiago el Mayor, hermano de San Juan evangelista, e hijo, como este, del pescador Zebedeo y de una mujer llamada María Salomé, dotándole de una hermosa leyenda cargada de milagros que justificarán lo imposible, pues ni Santiago el Mayor había venido nunca a Hispania, como se demostrará en los Hechos de los apóstoles ni en los evangelios, ni su cuerpo curiosamente también decapitado, habían regresado con ella desde Jerusalén en una barca de piedra empujada por el viento.
¿Quién está enterrado en la preciosa ciudad de Compostela en esa majestuosa obra de maestro Mateo?